Ella - Capítulo III

Parecía que el sol hoy se iba a dejar ver.

La mañana había amanecido tranquila y las nubes se retiraban serenas movidas por una delicada brisa que movía los arboles del jardín dejando entrar por la ventana una melodía que le recordaba a la mar.

Se levantó y se preparó un café. Solo, cargado, como le gustaba despertar por las mañanas. Se echó tres cucharadas repletas de azúcar morena y se dirigió al ventanal del salón, el que daba al porche (la valla por fin estaba arreglada).

La casa del abuelo quedó bastante bien. Unos pocos arreglos en paredes, un acuchillado en el suelo y cambio de algunos muebles. Quién iba a decir que después de mantenerse la casa cerrada durante diez años iba a estar en tan buenas condiciones “como me alegro de que a mis padres les vencieran los recuerdos y no vendieran la casa”- pensó. Aún quedaban unas cajas por desempaquetar y algunas cosas por colocar de nuevo en su sitio.

Mientras saboreaba sorbo a sorbo el café, en el portátil que tenía encima del escritorio sonó el típico sonido de “mensaje nuevo”. Se acercó y se sentó apoyando la taza en la vieja madera, tapando con delicadeza la marca que dejó en ella el último cigarro de su abuelo.

Mientras leía, se dio cuenta que el portátil cojeaba de una de sus esquinas. Lo movió, pero aún así seguía cojeando. Cerro la tapa y lo aparto apoyándolo en el suelo. Pasó la mano por encima del escritorio y se dio cuenta de que una pequeña madera sobresalía. Intentó con unos débiles golpes que esa chata montaña se convirtiese de nuevo en meseta., pero en uno de esos golpes la madera salto y dejo ver un tímido hueco. Al fijarse en el, se dio cuenta de que las pequeñas maderas de alrededor también se levantaban. Ayudándose con la uña fue levantando una a una esas tablas. Ahora quedaba al descubierto un hueco en el que cabía perfectamente la mano. Veía algo, pero no lograba saber que era exactamente. Metió la mano y logro palpar algunos papeles y lo que parecía una llave. De repente sonó el teléfono y movido por una sensación de sorpresa sacó la mano rápidamente de aquel agujero clavándose varias astillas en los dedos.

-¿Si?

- Buenas mendrugo. ¿Qué, ya estas instalado?

-Joder tío, que susto me has dado. ¿Cómo tienes mi teléfono?

-Pues si que ibas borracho ayer… le diste t u teléfono a todo lo que llevaba faldas y en una de esas me lo diste por si tenía que rescatarte esta mañana.

-¿Rescatarme de qué?

-Te estás quedando conmigo.

-No me entero de nada.

-¿Pero tú has mirado en tu cama esta mañana?

-¿Pero de qué coño hablas? ¿Mirar en mi cama el qué?

-Ayer te fuiste en el coche de una morena… que si, estaba muy buena, pero yo no sé quién estaba más borracho de los dos.

-Tú te pinchas. No me acuerdo de nada de eso.

-Hazme el favor de buscar a la morena esa en tu casa, porque no creo que se haya ido… con la mierda que llevaba se tuvo que quedar inconsciente.

-A ver tío, que he estado en mi casa toda la noche y aquí no hay ni Dios. Además, si hubiese dormido con una morena, rubia, pelirroja o una calva me habría dado cuenta.

-Míralo coño.

-Pesado coño ¡Voy!- se dirigió a las escaleras- Estoy subiendo… un pie, otro pié… Por cierto ¿Te he dicho que la casa ha quedado fantástica? A ver… mi cuarto… ¡Joder, tío, tío, no hay nadie!

- ¡Vete a la mierda gilipollas!

-Jajajajaja. Que no hay ni dios, ya te lo dije.- en ese momento oyó una voz femenina desde el otro lado de la puerta del baño- ¡Oye! ¿Es que tu no te limpias el culo o qué? Tráeme papel anda.

-¡Te cuelgo tío, te cuelgo, que aquí hay una tía!- Salió corriendo escaleras abajo como un loco y entro a la cocina buscando en la despensa papel higiénico mientras no paraba de balbucear… Cogió el papel y salió disparado a la planta de arriba tropezando con las escaleras dándose en la espinilla -¡Joder! - Se levantó a duras penas agarrándose a la barandilla de la escalera y emprendió el camino hacia la habitación cojeando… Justo cuando llegó al resquicio de la puerta paró en seco al ver su reflejo en el espejo de la habitación. Estaba completamente despeinado, con una herida en la rodilla, en una mano aún llevaba el teléfono y en la otra un rollo de papel higiénico hecho un burullo. Resopló y se colocó el flequillo. Se acercó despacio hacia la puerta de el baño y llamo con cuidado.

- ¿Hola? Traigo el…

- ¡Ya era hora! Si tuvieses las cosas como hay que tenerlas no tendría que pedirte el papel casi todos los días, no sé la de veces que te habré dicho que pongas un rollo nuevo cuando termines el que haya puesto… pero claro… también te digo que levantes la tapa y no lo haces nunca… y que recojas los pelos después de afeitarte y que tapes el champú… pero claro…- era una voz dulce y aterciopelada la que le hablaba.-

- ¿Perdona?

- Bueno qué ¿Me vas a dar el papel o salgo yo a por él? Te advierto que no sería una bonita estampa en ese caso.

- ¿Qué pretendes que lo entre yo? Saca la mano y te lo doy.

- Cada día estas más tonto… entra coño.

- ¡Tú estás loca! Saca la mano.

- Dios mío de mi vida… dame anda – Abrió la puerta del baño lo suficiente para sacar la mano cogió el papel y cerró la puerta.- Oye, he estado buscando mi ropa y no hay nada ni en cajones, armarios ni nada, de nada ¿No lo habíamos sacado de las cajas?

-¿Qué?

-Pues eso… que si no habíamos sacado de las cajas toda la ropa… Porque no encuentro nada… ni las bragas… y después de lo que hicimos anoche… que parecía que te había poseído un toro en celo…

- Mira, me vas a perdonar pero me da la sensación de que te has escapado del psiquiátrico… así con o sin bragas en cuanto salgas de ahí ya te estás largando de mi casa.

-¿Pero se puede saber que te ha dado esta mañana? ¿Qué? La resaca te está afectando la mala leche que ya llevas por defecto… bromitas las justas y hazme el favor de sacar mi ropa de donde la hayas metido… voy a ducharme que llego tarde al trabajo.

-Mira estas empezando a tocarme los… - En ese momento el agua de la ducha empezó a caer y oyó como esa voz comenzó a entonar una canción que le era muy conocida pero que no reconocía. Por su boca comenzaron a salir todo tipo de improperios. Agarró el teléfono y llamo a su amigo, al que había colgado cuando descubrió que había una mujer en su casa.

-Soy yo.

-¿Qué, había o no había una tía en tu casa?

-Sí.

-¿Y?

- Pues que la tía esta está como una puta regadera… tal y como habla parece que estamos viviendo justos.

- ¿Pero qué dices?

-Pues eso… ¡Que sí esta harta de decirme que limpie los pelos del baño, que no cierro el champú, que donde está su ropa! Mira… si esto es una broma ya os habéis reído lo suficiente macho… hacedme el favor de llamarla y decirla que la broma ya se ha terminado… porque estoy a punto de llamar a la poli… ¡Coño! ¡Qué he tenido que subirla papel del pecho y pretendía que se lo metiese en el baño! Así que, muy bien…me la estáis haciendo pasar putas, ole por vosotros.

-Te juro que no es una broma… mira… no sé que la pasa a esa tía por la cabeza pero te juro que esto no es cosa nuestra… yo que tú llamaba a la poli, al psiquiátrico o lo que haga falta, pero que se la lleven de allí ya.

-Venga te cuelgo.

Marcó en el teléfono el 112 y comenzó a escuchar los tonos de llamada… justo en ese instante, la voz dulce y aterciopelada que le había cautivado hacía un rato se convirtió en la figura de una mujer envuelta en una sábana color verde esperanza que realzaba su pelo mojado la

rgo, oscuro y rizado. Bajaba por las escaleras mientras le sonreía y miraba como si él fuese el único hombre sobre la tierra. Despedía una energía y luz que le maravillaban y no pudo más que sonreír el también.

Ella se paró en el último escalón y alargó su mano llamándole. Colgó el teléfono y se acercó. Se miraron por unos instantes a los ojos y el comenzó a llorar. Acercaron sus labios y comenzaron a besarse. Él sentía los labios de ella como si siempre hubiesen estado pegados a su boca y un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Sus bocas desesperadas por beber la una de la otra tiernamente llamaban a sus lenguas a un baile perfectamente sincronizado que no parecía tener fin… él no quería que tuviese fin. Sus manos aún asustadas se levantaron y no pudieron más que abrazarla mientras ella jugaba con su pelo. Ella se alejó y le miro…

-Buenos días cariño.-

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